¿Cómo se produce la percepción en las personas con
disminución visual?
Se ha observado que las personas con discapacidad visual
tienen un desarrollo cognitivo distinto al del resto de la población.
Estas personas deberán construir y articular el mundo en que
viven mediante el uso de los sentidos restantes, básicamente a través de percepciones auditivas, táctiles y
cinestésicas.
Percepción Sinestésica y Táctil
Según Mercé Leonhardt, la percepción a través del tacto
comprende:
·
Percepción táctil (estática)
·
Percepción cinestésica (dinámica): La
información proporcionada por el movimiento voluntario de las manos nos permite
percibir el objeto, su textura, aspereza, dureza y forma. La mano no dominante
sujeta el objeto o se encarga de proporcionar los puntos de referencia mientras
la mano dominante lo explora, realiza movimientos sobre el objeto e integra los
datos que obtiene hasta configurar un concepto global del objeto explorado.
En definitiva, la percepción háptica es la base del
desarrollo y aprendizaje de las personas con discapacidad visual.
Percepción Auditiva
El sentido auditivo aporta gran parte de la información del
entorno para una persona con discapacidad visual. Posibilita la interacción
social, la orientación y la comunicación.
Leonhardt (1992) ha observado respuestas al sonido en bebés
de pocas semanas: giran la cabeza en sentido inverso al sonido, como si
quisiera «mirarlo» con el oído. Y es que el sonido es la única forma de
percibir los objetos que no están en contacto directo con su cuerpo. Antes de
los 8 meses los bebés no son capaces de extender la mano para alcanzar un
objeto sonoro, no pueden localizarlo porque no le dan identidad. Cuando el niño
adquiere la «permanencia del objeto» (hacia el año de edad) empezará a poder
conocer el mundo mediante estas claves sonoras. Es muy importante intervenir
aquí, para explicarle los sonidos y aprender a relacionarlos con su
procedencia, jugar a esconder juguetes y encontrarlos.
Para un niño con discapacidad visual es difícil discriminar
qué sonidos son importantes y tienen un significado y cuáles no. La secuencia
de aprendizaje sería la siguiente:
1. Atención y conciencia de los sonidos
2. Dirección y giro hacia el sonido
3. Localización de sonidos
4. Respuesta a sonidos específicos
5. Discriminación y reconocimiento de sonidos
6. Reconocimiento de palabras
7. Interpretación del habla
8. Escucha selectiva a las instrucciones verbales y
procesamiento
9. Escucha auditiva para aprender
Al principio es difícil controlar la entrada auditiva (es
fácil cerrar los ojos, pero no los oídos). Esto se va aprendiendo cuando
desarrollamos la percepción selectiva. El adulto debe guiar al niño en esta
selección de sonidos importantes, emparejándolos con el objeto que los causó.
Será un aprendizaje útil y significativo. Es conveniente hablar al niño para
ayudarle a anticipar lo que va a pasar. Es necesario verbalizar lo que hacemos,
lo que ocurre en el entorno, para aportar al niño información y transmitirle
seguridad. También es conveniente que las expresiones que aprenda tengan una
correspondencia clara con un significado real y experiencial para el niño, para
evitar el verbalismo. Lo más importante es que emplee el lenguaje con intención
comunicativa.
Hay que tener en cuenta también, que un exceso un ruido
ambiental continuo es perjudicial porque le impide prestar atención a otros
estímulos, por lo que es contraproducente dejarle con la radio o la televisión
continuamente. Debemos procurar que los estímulos sonoros sean agradables y
adecuados a cada situación.
Percepción olfativa y gustativa
No se suele dar demasiada importancia a estos sentidos
(quizá porque suelen quedar anulados por
lo visual), sin embargo, la información que transmiten es relevante. Se han
realizado estudios sobre cómo los bebés de pocos días de vida giran su cabeza
hacia el olor de la leche de su madre, frente al de otra mujer.
Mediante el olfato y el gusto se complementa la información
de los otros sentidos.
El desarrollo es el fruto de la interacción del niño con el
entorno. Tendremos que potenciar el desarrollo psicomotor y cognitivo:
Desarrollo Psicomotor
El desarrollo psicomotor es la base para el aprendizaje, el
desarrollo intelectual y la madurez del sistema nervioso. Si el niño recibe una
adecuada estimulación, se evitan retrasos psicomotores y se contribuye al
desarrollo del esquema corporal, la adquisición de la marcha, la prensión, la
organización del espacio y del tiempo, el aprendizaje de posturas adecuadas, la
orientación espacial, autonomía personal...
El juego es un elemento clave para motivar a los niños y
trabajar el desarrollo psicomotor.
Resumiendo, la falta de estimulación y la sobreprotección
impiden un desarrollo adecuado, con las siguientes consecuencias:
·
Escaso desarrollo motor general.
·
Bajo tono muscular y pasividad.
·
Falta de control del ambiente.
·
Falta de comprensión de las relaciones
espaciales (movimiento, distancia...)
·
Escasa interacción social. Dependencia afectiva.
·
Retraso en la adquisición de la imagen corporal.
Al no poder percibir visualmente el cuerpo de otros o el suyo propio en un
espejo, aparecen dificultades para comprender conceptos básicos o la relación
de las partes del cuerpo entre sí.
·
Falta de desarrollo de estrategias de búsqueda y
exploración de los objetos.
·
Manos y dedos hipotónicos.
·
Retraso en el conocimiento del esquema corporal.
·
Comprensión de sí mismo y de los otros como
entidades separadas más tardía.
·
Menor capacidad de exploración, orientación y
manipulación.
·
Verbalismo (falta de significados basados en la
experiencia)
·
Inexpresividad facial.
·
Ausencia de aprendizajes imitativos.
·
Estereotipias y blindismos.
·
Marcha no coordinada: paso inseguro, falta de
equilibrio y postura inadecuada al caminar.
·
Ansiedad.
Por otro lado, algunas pautas generales que pueden ser
útiles a la hora de trabajar el desarrollo psicomotor con los niños con
discapacidad visual:
·
Desarrollar la motricidad gruesa fomentando la
evolución del niño en aspectos como mantenerse sentado, caminar de forma
independiente, desarrollo del equilibrio…
o
Fomentar la exploración de objetos en la línea
de su eje central corporal (tumbado o sentado)
o
Interactuar con el niño verbalmente y aumentar
su actividad motriz de forma natural con las actividades diarias, a partir del
conocimiento del propio cuerpo del niño: dónde están las partes del cuerpo,
cómo se mueven, la situación de los objetos con respecto al cuerpo del niño o
del adulto, etc.
o
Fomentar el desarrollo de movimientos boca
abajo. Por ejemplo, son útiles la mantas con objetos sonoros o texturas
distintas para que el niño los pueda manipular en posición de gateo y faciliten
su movilidad espontánea.
o
Adquisición de hábitos de autonomía personal
cada vez más elaborados (beber, comer con cubiertos, caminar detectando
obstáculos con un pequeño bastón adaptado a la altura del niño, etc.)
o
Fomentar el aprendizaje de la marcha autónoma,
enseñando al niño a caminar guiando sus pasos con apoyo directo del adulto al
principio y retirando el apoyo cuando el niño lo pueda realizar solo. A veces,
se puede facilitar la marcha segura del niño empleando cuerdas que señalen los
itinerarios en la casa o en el colegio para fomentar el niño camine con
seguridad.
·
Desarrollar la motricidad fina, proporcionando
al niño objetos y juguetes con texturas diferentes y realizar actividades de
discriminación, clasificación, enseñando a utilizar las dos manos de forma
coordinada, dibujando, recortando o picando figuras, moldear plastilina, etc.
·
Desarrollar el esquema corporal, el
reconocimiento de las distintas partes del cuerpo y sus funciones básicas,
definiendo su lateralidad, la interiorización del concepto de derecha e
izquierda.
Por tanto, es necesario que desde el primer momento, también
la familia en la casa, se realicen actividades relacionadas con la estimulación
auditiva y psicomotora del niño con discapacidad visual: dar palmas, escuchar
música, mover sus manos y piernas, estimular el gateo, la marcha, etc.
Desarrollo Cognitivo
El niño ciego va a tener un desarrollo cognitivo más lento y
cualitativamente diferente al de un niño que ve. Esto es consecuencia de la
falta de información visual acerca de las características de las personas, los
objetos y el entorno, que hace que la percepción sea más lenta y más limitado
el conocimiento de las cosas y las personas. Además, hay que añadir que no
siempre el entorno es accesible (ni la casa, ni la escuela y mucho menos la
calle). Las relaciones afectivas también juegan un papel fundamental en todo el
proceso de desarrollo del niño, por lo que la ansiedad y la falta de ajuste a
la discapacidad por parte de la familia influyen de forma negativa.
Las experiencias perceptivas determinan el desarrollo
intelectual, pero al reducirse el número y variedad de estas experiencias el
desarrollo cognitivo será más lento. Los objetos que el niño percibe y que
llaman su atención son menos numerosos que los visuales, por lo que va a tener
menos oportunidades de desarrollar algunas habilidades que, a su vez, pueden
condicionar aspectos de su desarrollo y evolución.
No obstante, podemos afirmar que el problema no está en la
capacidad de razonamiento lógico sino en la modalidad sensorial en que se
presenta la información. Ante estímulos táctiles el niño percibe la información
fragmentada, la tiene que organizar y eso conlleva tiempo.
Vamos a resumir brevemente cómo es el desarrollo evolutivo
del niño con discapacidad visual:
1º Etapa: Desde el nacimiento hasta los 6 meses
En las primeras semanas de vida predominan los procesos
fisiológicos cuyo fin es facilitar el crecimiento y el equilibrio. A partir del
segundo mes, el niño y la madre funcionan como una unidad, aunque empieza a
diferenciar los estímulos internos de los externos. La madre «adivina» las
necesidades del niño y responde a ellas, gracias al proceso de identificación
(Winnicott)
Para crecer, el niño tiene que buscar otros caminos para
adaptarse y son los padres los que le deben ayudar a encontrarlos para
conseguir un desarrollo armónico. Precisamente nuestra intervención en esta
etapa consiste en ayudar al niño y a la familia en esa dirección, desde un
trabajo preventivo de las alteraciones que pueden surgir a causa de la ceguera.
2º Etapa: Entre los 6 y 12 meses
El niño alcanza cierta madurez neurofisiológica. Se inicia
ahora la coordinación visomotora, la manipulación de objetos bajo el control
visual y el interés por el mundo exterior. Comienzan los primeros intentos de
separación de la madre y el miedo a los extraños. Comienza a explorar visual,
manual y táctilmente. La confianza y seguridad proporcionada hasta ahora,
permiten al niño abrirse al mundo exterior y tener un papel más activo. Expresa
de forma espontánea lo que quiere y es conveniente que reciba alguna respuesta
a esas demandas.
3º Etapa: Entre los 12 y los 18 meses
Este período viene determinado por la posibilidad que tiene
el niño de separarse físicamente de la madre gracias al gateo y la marcha, y un
mayor interés por los objetos. En el niño con discapacidad visual va a haber un
retraso en el inicio del gateo y la marcha (a veces, ni siquiera hay gateo). El
gateo suele ocurrir entre los 12 y 13 meses, coincidiendo con el momento en que
pueden localizar objetos mediante el sonido. Comienza a extender la mano hacia
el estímulo sonoro. Aprende a buscar objetos escondidos y tiene mayor destreza
manual: aprende a tapar y destapar botes, ensartar anillas en un palo, meter y
sacar objetos en un bote (que irá teniendo la boca más estrecha para obligarle
a volcarlo si quiere sacar los objetos),
insertar chinchetas en un clavijero…. Es importante insistir en que haga
la «pinza» con los dedos pulgar, índice y corazón para controlar la orientación
y dejar la otra mano libre para ubicar la chincheta en su lugar.
Hacia el año el niño empieza a masticar, a beber solo de un
vaso (las tazas con asas no son aconsejables porque se pierde la referencia de
inclinación al beber), a comer con cuchara. También es necesario ir enseñándole
a colaborar en las tareas de vestido y de aseo personal.
4º Etapa: Entre los 18 meses y los 2 años
A partir de los 18 meses el niño puede imitar acciones
cotidianas fuera de su contexto habitual: juega a que come con platos de
juguetes, sin comida, etc.
La marcha independiente suele ocurrir también a esta edad
(suele coincidir con la conciencia de la permanencia de los objetos –el niño
comprende que los objetos existen independientemente de si son o no son
percibidos, visual, táctil o auditivamente-). Esto le provoca la motivación
suficiente como para desplazarse hacia el objeto o la fuente de sonido.
En esta edad el niño ya debe haber comenzado la alimentación
sólida. La masticación es importante para una adecuada nutrición y favorece la
articulación correcta del lenguaje.
Existirá retraso en la adquisición del pronombre de
autorreferencia («yo» y «mí») y en la dificultad para representarse a sí mismo
en el juego simbólico. Esto ocurre a causa de que no pueden observar su imagen
en un espejo, y tienen que elaborar su imagen a partir de la propiocepción y el
reconocimiento de su voz.
A esta edad, debemos comenzar a hacer consciente al niño de
las sensaciones relacionadas con el control de esfínteres.
5º Etapa: A partir de los dos años
Con el desarrollo del lenguaje el niño puede nombrar los
objetos, y puede controlar el ambiente. Se consolida la individuación y se
configura la identidad personal. Comienza a desarrollar el juego simbólico.
Es interesante seguir favoreciendo las destrezas
manipulativas y la coordinación bimanual, control tónico muscular, independencia
de dedos y manos, coordinación de movimientos, etc. (manejo de plastilina,
hacer torres con cubos, introducir objetos en botellas con la boca cada vez más
estrecha, enroscar y desenroscar, ensartar cuentas, ensartar bolas en un
cordel, meter monedas en una hucha…Es importante enseñar que debe hacer la
pinza con los dedos pulgar, índice y corazón y a utilizar ambas manos de forma
coordinada.
6º Etapa: A partir de los 7 años
Existe retraso en aquellos aspectos en los que es necesaria
la representación y manipulación con objetos tridimensionales (seriaciones,
clasificaciones, operaciones lógicas, conservación de la sustancia, etc.) Sin
embargo, en todo lo relacionado con el lenguaje, los niños ciegos obtienen
resultados similares a los videntes.
7º Etapa: A partir de los 11-12 años
Es una etapa en la que los cambios físicos y psicológicos
afectan a todos los adolescentes. Para los ciegos, puede ser especialmente
difícil ya que descubren el alcance de sus limitaciones y puede generar baja
autoestima y problemas de integración social.
8º Etapa: Alrededor de los 14-15 años
A partir de esta edad se superan los retrasos de los
períodos anteriores, es decir, para organizar la información, la visión es
sustituida por otros procesos sensoriales y lingüísticos.
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